Si estás leyendo este análisis es porque quieres saberlo todo sobre ‘Red Dead Redemption’, pero principalmente porque aún dudas sobre si “otro sandbox más“ será o no una buena compra. La respuesta es fácil. Rockstar lo ha vuelto a conseguir, y con ésta sumamos una excusa más de las tantas que ya nos han dado para confiar en las altas expectativas que generan sus juegos.
‘Red Dead Redemption’ es, con diferencia, de lo mejorcito que han probado mis consolas en mucho tiempo y es inevitable que genere una corriente que nos obligará a tragar con todos los títulos del oeste que no hemos tenido hasta ahora. Puede que vengan mejores o peores, pero lo que no se le puede negar al título de Rockstar es que, además de ser el detonante, es ya en mayo, a mediados de año, uno de los firmes candidatos a coronarse como rey del 2010.
Ofrecer al público un título como ‘Red Dead Redemption’ es más difícil de lo que a priori podríamos imaginar. No sólo se le da al usuario una premisa que posiblemente no ha probado nunca en una consola (la vida en el lejano oeste), sino que además lo debe hacer supliendo las constantes reiteraciones que ese mismo escenario se ha manido ya en chorrocientas mil novelas y películas. Las influencias son claras, desde Twain hasta McCarthy, pasando por el tándem cinéfilo entre Leone y Eastwood, pero ¿qué obra puede escapar de esa influencia?
Pensad en la dificultad de realizar un videojuego de este tipo. La variedad en los videojuegos es hoy en día una exigencia. El usuario necesita un cambio constante para no aburrirse. Una premisa que se ha convertido en la brújula de Rockstar y su franquicia más aclamada: ‘Grand Theft Auto’, con grandes urbes de múltiples zonas diferenciadas entre si, con una variedad desbordante de lugares por explorar, vehículos en los que desplazarte, misiones por hacer y acciones con las que abstraerte de la trama principal.
Ahora imaginad por un momento el paisaje de un título como ‘Red Dead Redemption’. Arena y tierra extendiéndose kilómetros y kilómetros, alguna que otra montaña y cuatro pueblos dejados de la mano de dios. La perfecta antítesis de lo que hasta ahora había sido uno de los emblemas de Rockstar.
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