Esa primera impresión que causa en un niño cuando ve en la cartelera a Shrek, de nuevo, ¿otra más? es la misma que causa a los adultos y la que transmite esta nueva secuela, la cuarta ya, del famoso ogro verde, que un día fue divertido y rompedor. Como toda saga, la prueba más dura esreinventarse, aportar más matices, apelar a la originalidad, sorprender con nuevos gags y chistes,… de todo eso adolece ‘Shrek: Felices para siempre’. En lo que parece el punto y final a unos personajes a los que ya se les ha exprimido suficiente. Diría que demasiado.
Y ese es el problema de la ambición, de querer repetir éxito, de no ser creativo sino más bien contable. El ogro verde ya no hace tanta gracia y por eso, en esta cuarta entrega lo vemos apático, aburrido, añorando un pasado que fue mejor. Quizás sea incluso un guiño de los guionistas, inmersos en el ocaso de unos personajes del que poca brillantez más se puede extraer.
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